He descubierto que una de, si no, la pregunta más difícil de responder para mí es ¿cuál es tu libro favorito? Y siempre que menciono mi fascinación por la lectura, la conversación resulta en esa incómoda pregunta. “Tengo muchos” – respondo usualmente sintiéndome torpe, con la mente en blanco. He leído poco, al menos mucho menos de lo que me gustaría decir; sin embargo, decidí tomar valor y escoger un número de libros que recomendaría, ya sea por su estilo o por la experiencia que viví al leerlos. Así que, aquí está… hice lo mejor que pude y, aún ahora se me vienen veinte títulos a la cabeza que pienso también deberían estar en esta lista… así que, con la misma culpa de una mamá que ha dicho que uno de sus hijos es su favorito, aquí está mi: DECÁLOGO DE LIBROS PARA EL ALMA Y LA CABEZA.
(Espero no se note mucho mi afición por los latinoamericanos)
1. El Tambor de Hojalata de Gunter Grass:
La historia más fascinante y perversa que he leído… creo que la mente de este autor al escribir la novela era virtuosamente imaginativa bordeando la locura y, en definitiva, cruzando los límites de la moral.
2. Ficciones de Jorge Luis Borges
De mis autores de culto. Este señor es el maestro del engaño. Lo más bonito de Ficciones es que desde el título te advierte que lo que vas a leer no hace parte de la realidad y, aún así, logra convencerte de su veracidad hasta cuestionar tus más esenciales fundamentos. Yo, por ejemplo, sigo investigando sobre Tres versiones de Judas y Tion, Uqbar, Orbis Tertius.
3. La Lentitud de Milan Kundera
“La velocidad con la que vivimos es directamente proporcional a la velocidad con la que olvidamos.” Dos relatos paralelos, cargados de imágenes y de críticas. Un texto precioso, escrito con la misma sensación de facilidad con la que se disfruta y, de hecho, a pesar de lo que recita: se lee a una velocidad vertiginosa, pero difícilmente se olvida.
4. Lo que no tiene nombre de Piedad Bonnet
Uno de los ejercicios más respetables que he tenido la fortuna – si se puede llamar así – de leer. Una madre que abandona su piel y se observa a sí misma durante el episodio más difícil y temido para todas como ella: el suicidio de su hijo. Escalofriante.
5. Como agua para chocolate de Laura Esquivel
Cada vez que comenzaba un nuevo capítulo, terminaba con un hambre voraz. Esta mujer le regala sensaciones hasta a los sentidos que no existen y probablemente no vas a entender la mitad de lo que te genera, sino mucho tiempo después. Profundamente cargada de imágenes construidas con pasión y delicadeza, el erotismo de esta novela no te deja descansar un segundo, aún cuando el 99% del tiempo solo habla de comida.
6. Rayuela de Julio Cortázar
Evidentemente Cortázar es un genio y esta fue la obra que lo ratificó. Una brillante muestra de la hipertextualidad en la literatura. A quienes les gustan los videojuegos, creo que este puede ser un interesante pasatiempo. Atrapante, divertido y, sobre todo, deslumbrante.
7. La luz difícil de Tomás González
Otro relato sobre padres, hijos y muerte. Conmovedor, real. A pesar de no ser autobiográfico, Tomás González logra retratar con aterradora y cruda precisión el universo que se erige alrededor de la muerte como decisión.
8. El jugador de Dostoievski
Luego de la primera página te sientes tan atrapado por la historia como el personaje principal por las mesas de juego. Relata una historia de amor clásica, escrita con algo que parece inercia y que la hace tan divertida como enviciadora.
9. El núcleo del Disturbio de Samantha Schweblin
Me la recomendó un amigo cuyo gusto literario es implacable – Simón Posada. Una compilación de cuentos estremecedores, críticos, escritos con una precisión abrumadora y un estilo virtuoso. Te hacen pensar, doler, pero sobretodo, seguir leyendo.
10. Memorias por correspondencia de Emma Reyes
Si hay un tipo de material íntimo y conmovedor, son las cartas. De hecho, aquellas y las dedicatorias de los libros, serían para mí un género y mi favorito. En esta compilación de correspondencia con su gran amigo de la adultez, la autora narra con increíble inocencia los crudos acontecimientos de sus primeros años, poniéndose los ojos de su adultez, pero la piel de su infancia.
11. Diatriba de amor contra un hombre sentado de Gabriel García Márquez
Había decidido no incluir teatro en esta lista… pero no me pude resistir. Los hombres se quejan de no entender a las mujeres, pues parece que este señor lo logró, porque este texto da la sensación de haber sido escrito por una de nosotras. Dice todo lo que alguna vez una mujer quiso decir con palabras tan poéticas como cotidianas.
12. Travesuras de la niña mala de Mario Vargas Llosa
A veces me río porque creo que la razón más esencial por la que este libro me atrapó como lo hizo, es porque me identifico con la niña mala. No porque yo lo sea, sino porque esta mujer es simplemente una actriz… y la más apasionada que conozco. La historia es fascinante, no sabes qué esperar o, mas bien, cuándo esperarla… a ella. Te narra siete vidas en una sola.
1 comment
Jacques Toukhmanian 29 agosto, 2015 at 3:41 pm
Sólo he tachado dos de esta lista, y también los pondría en la mía (como varios posts de este blog). Qué ganas de tachar los otros diez y ponerme a la altura de conversaciones futuras…