Los libros.
Mis pinceles.
Las medias perdidas bajo la cama.
Las mesas de noche.
El té frío a medio terminar.
El pasaporte.
Los viajes que planeamos y nunca hicimos.
Mis cuadernos de apuntes viejos.
Tus camisas que robaba para dormir.
Polvo.
Tazas desportilladas.
El juego incompleto de cubiertos.
La cafetera.
La tostadora averiada.
Los desayunos.
El sofá desteñido.
La mesa del comedor que baila.
Tu baile y el mío.
La guitarra.
Nuestro repertorio.
Polvo.
El tocadiscos.
El portarretrato con nuestra foto.
Las peleas desgastadas y repetidas.
El vaso roto.
La lámpara que no querías.
Las plantas.
La vista.
Los sueños.
Tus pesadillas.
Mi llanto.
Los viajes que no planeamos y sí hicimos.
La Habana.
El computador.
La cámara análoga.
El rollo sin revelar.
Las canciones sin terminar.
Tu llanto.
Tu risa.
Tu lengua asomada en la carcajada.
Mi lunar.
Tus besos.
Tus celos.
Los míos.
El crucigrama imposible.
Tu pijama bajo la almohada.
Tu rincón de la cama.
El amor que te daba mientras dormías.
El que no te di.
El que se nos perdió.
El que casi nos mata.
Mi carta.
Tú.
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